jueves, 15 de noviembre de 2012


En realidad, la libre expresión no debe comportar límites ni restricción alguna para funcionar como tal; los vicios de la libertad de expresión al ser fácilmente reductible a algún intento de manipulación de la opinión pública o a la conformación de una masa ideológica que responda a ciertos intereses, la actitud más favorable para validar y defender la libertad de expresión, no es restringirla ni limitarla, ni esperar a que el otro, se restringa, modere o autolimite sino por el contrario, apostar por la reflexión, imponiéndonos a nosotros mismos, un límite en el consumo de las informaciones pre-digeridas y una poderosa restricción a formar parte de la degradación más terrible del lazo social: llamada masa; y esto por dos motivos básicos y esenciales:
Por un lado cuando uno, en vez de reflexionar y debatir una idea, por ejemplo, nos restringimos a la posición de rechazarla o aceptarla estamos degradando nuestro propio derecho a la libre expresión; cuando nuestra opinión se reduce a la dicotomía insidiosa de “el sí y el no” estamos reduciendo nuestro derecho a la libre expresión.
Por el otro, cuando tragamos el cebo que se nos ofrece para reducirnos como persona y obligarnos a conformar una masa ideológica (conjunto de individuos que responden de forma idéntica según condicionamiento); hemos, sabiéndolo o no, renunciado provisoriamente o para siempre, a nuestro derecho a la libre expresión.
Dicho de otra manera: la libre expresión solo funciona correctamente si un estado garantiza legalmente el derecho a ejercerla, pero, también, debemos decir que, la libre expresión precisa aún de otro requisito, y es que, cada uno de todos nosotros, legitimemos y garanticemos la libertad de expresión, trabajando para liberar, día tras día, nuestra expresión.
El miedo a que la se aproveche la libre expresión para decir cualquier cosa no tiene fundamento real: nadie puede decir cualquier cosa, a no ser, desde el condicionamiento más o menos oculto, más o menos insoslayable. Desde la libertad, todo el mundo dice algo que lo representa y en lo que está implicado.

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